El rey Sol de la ‘república catalana’: el Consell proclama a Puigdemont presidente vitalicio
El fugado ex presidente catalán Carles Puigdemont, ya de vuelta en Bélgica tras su detención y posterior puesta en libertad en Cerdeña, tiene por delante un proyecto clave para su futuro político. El Consell de la República, el ente que Puigdemont y JxCAT constituyeron como una suerte de Generalitat paralela, se somete a sus primeras elecciones. Si Junts sale victorioso de esa cita, como todo parece indicar, Puigdemont podrá aferrarse a un reglamento interno que le consagra poco menos que como el presidente vitalicio y plenipotenciario del ficticio gobierno en el exilio. Una suerte de Rey Sol a la catalana.
«De pronto, comprendí que era Rey. Para eso había nacido». Esas fueron las palabras que dejó escritas en su diario tras su coronación el monarca francés Luis XIV, apodado Rey Sol por su empeño en que todo en Francia girase alrededor suyo. Un representante de Dios en la tierra y un ser infalible. Cuando le preguntaron quién sería su primer ministro, contestó que «yo». Nacía así la monarquía absolutista francesa. Un episodio histórico que, salvando las distancias obvias, parece haber inspirado a Carles Puigdemont a la hora de intrincar a su favor la redacción de los reglamentos internos del llamado Consell Fundacional per la República. La principal herramienta para articular un estado catalán independiente desde Waterloo.
Puigdemont se la juega este mes de octubre. Entre los días 29, 30 y 31 de octubre se celebrarán las elecciones a la Asamblea de Representantes, uno de los organismos que forman parte de ese Consell y que funciona como un parlamento catalán en la sombra. Se elegirán 121 representantes, un tercio serán cargos electos y el resto se elegirán de entre los casi 100.000 asociados del Consell que, previo pago de una cuota de 10 euros, conforman el censo electoral del ente.
Y ahí precisamente, en ese censo, reside el origen de las suspicacias que plantea este Consell en ERC. Al ser una organización creada e impulsada por Puigdemont, la mayoría de esos 100.000 asociados pertenecen a Junts, por lo que todo parece indicar que serán también mayoría en esa Asamblea de Representantes. Una de sus primeras tareas será refrendar la presidencia de Puigdemont como líder del Consell Fundacional del Govern, el otro órgano de ese Consell de la República que, de facto, es un poder ejecutivo en la sombra. El gobierno en el exilio al margen del ejecutivo real de Pere Aragonès.
Pero lo más sorprendente de ese Consell Fundacional es la redacción de su reglamento: encumbra a Puigdemont como jefe supremo y casi plenipotenciario. En su artículo 6, esa normativa interna asume que la presidencia del Consell recae sobre «el Molt Honorable Senyor Carles Puigdemont i Casamajó», a quien define como «presidente legítimo» de la Generalitat ante de la «aplicación ilegal del 155». Es decir, su presidencia no está en discusión.
Entre las atribuciones que se da a sí mismo Puigdemont en el reglamento del Consell figura, por ejemplo, la de «nominar y cesar a los miembros» del ente. Es decir, la configuración de su gobierno ejecutivo en la sombra la elige él mismo.
Pero, ¿qué pasaría si los miembros de esa Asamblea, ese Parlamento alternativo catalán, votasen a otro presidente que no fuese Puigdemont? Por norma, es imposible. Así está escrito en el reglamento: su primera función, recogida en el artículo 14, establece que los asamblearios deberán «ratificar al Molt Honorable Senyor Carles Puigdemont i Casamajó» como presidente del Consell Fundacional. No elegir un presidente, sino ratificar a Puigdemont.
Así, Puigdemont tendrá la última palabra, voz y voto sobre cualquier iniciativa, gasto, proyecto o decisión que emprenda el Consell de la República. El reglamento tampoco incluye ningún mecanismo de moción de censura o reprobación del presidente: Puigdemont está blindado de forma vitalicia.